Él rió fluye sin cesar, nubes grises acompañan mi paseo, sobre la espesa y sucia superficie se desplaza una extraña forma que sorprende quizás por carecer de ella, lenta y tenazmente la extraña forma sin forma va dejando atrás todos los obstáculos que encuentra en su camino, con continuos cambios de trayectoria, complicados caracoleos, o inmersiones inesperadas.
Ignoro porque fijo la mirada en el discurrir de las aguas y en el deambular de la forma, me siento transportado al interior de mí mismo, la vida mi vida pasada y presente, se abre paso en el doloroso fluir del pensamiento haciéndose dueña de él.
El río pronuncia mi nombre, me llama, me incita a abandonarme en sus frías aguas, tentado estoy de arrojarme en sus brazos en busca de consuelo, en la oscuridad profunda carente de luz, luz terrible vengadora luz que sin piedad alguna, perfora, taladra, orada con sus múltiples ases, la obscura pena, de no ser capaz de verla. Por favor luz no sigas, mira mi piel, siente mi piel, escucha mi piel, ya no resiste más, se ha ido quedando a jirones, en tan generoso ocaso.
Nubes grises; sobre la superficie, una forma con forma se desplaza, las frías aguas a modo de fuertes brazos cubren de sombras la fulgurante luz que a nadie alumbra. Que paz infinita, cesaron los gritos, las llamadas, cesaron los ruegos. Él rió fluye y fluye, constante, espeso, sucio, eterno.
Noviembre de 1998
Ignoro porque fijo la mirada en el discurrir de las aguas y en el deambular de la forma, me siento transportado al interior de mí mismo, la vida mi vida pasada y presente, se abre paso en el doloroso fluir del pensamiento haciéndose dueña de él.
El río pronuncia mi nombre, me llama, me incita a abandonarme en sus frías aguas, tentado estoy de arrojarme en sus brazos en busca de consuelo, en la oscuridad profunda carente de luz, luz terrible vengadora luz que sin piedad alguna, perfora, taladra, orada con sus múltiples ases, la obscura pena, de no ser capaz de verla. Por favor luz no sigas, mira mi piel, siente mi piel, escucha mi piel, ya no resiste más, se ha ido quedando a jirones, en tan generoso ocaso.
Nubes grises; sobre la superficie, una forma con forma se desplaza, las frías aguas a modo de fuertes brazos cubren de sombras la fulgurante luz que a nadie alumbra. Que paz infinita, cesaron los gritos, las llamadas, cesaron los ruegos. Él rió fluye y fluye, constante, espeso, sucio, eterno.
Noviembre de 1998
Que triste no me gusta, espero que tu no tengas nada que ver es.kribidor, siempre me he preguntado ¿que pasara por la mente humana en esos momentos?.
ResponderEliminarApreciada Helga:
ResponderEliminarNo nada que ver, tienes razón yo también me he hecho esa pregunta
aa.tt
Viendo el diálogo con Helga veo que no era necesariamente autobiográfico, pero mejor aún. Me gusta el arte cuando uno puede escribir intentando ponerse en la mente o sentidos de otro.
ResponderEliminarPara ejemplificar lo que estoy diciendo recuerdo un amigo que hace años escribió un poema llamado Gay donde narraba su día como un homosexual. Fue mucha la condena que recibió (y también las sospechas claro) por haber osado prentender ponerse en los zapatos de un gay! Pocos le creímos o más bien entendimos que qsu mérito había sido precisamente mostrar cómo sería la otra cara de la moneda.
Van llegando más visitas, ves como ayuda el haber dado otro aspecto a tu perfil? jaja, eso se llama "marketearse" con buen tino jaja, solamente bromas amigo. Veo que también tienes etiquetas, muy bien.
Tu relato de reflexiones suicidas me gustó. Qué ironía la de los suicidas que se arrojan a oscuros espesos ríos y terminan saliendo del mismísmo leteo, en palabras Dantezcas. El oscuro río aquel.
Quién, en un momento de cobardía o profundo dolor, no ha concebido estas reflexiones en su vida?
Sin embargo celebro que hayas tenido papel y hoja a mano en 1998 cuando te inspiraste en esto.
Estaré a la espera de tu próxima publicación,
un abrazo caro amigo,